Superarnos o compararnos.
Si nos preguntáramos sobre el sentido que le encontramos o damos a nuestras vidas, una respuesta podría ser, que se trata de un sendero de crecimiento en el que hemos de aprender, cada día, a superarnos a nosotros mismos, es decir, "el afán de superación".
La escritora Linda Kavelin, en su "Guía de virtudes", lo define como un deseo de perfección, que no de perfeccionismo, se trataría de ser el mejor amigo, la mejor pareja,
el mejor educador y el mejor ciudadano que podamos llegar a ser.
Pero esto conlleva una condición: requiere de nosotros una dosis de valor para contrarrestar el miedo al fracaso que solemos sentir y que nos impide esforzarnos lo suficiente.
Los filósofos suelen decir que uno de los rasgos diferenciadores de los humanos con respecto al resto de las especies es que somos "perceptibles", que podemos establecer un ideal y proponernos acercarnos a él, pero esto no implica hacer las cosas de modo perfecto.
Debemos esforzarnos en conocer y asumir las debilidades de nuestro carácter y servirnos de nuestras fortalezas para reconvertir también aquellas en virtudes nuestras.
La cuestión más importante sería en dónde reside el objeto de nuestra superación. Las dos opciones posibles son: superar a otros o superarse a uno mismo, dependiendo dónde situemos el locus de control de nuestra acción y esfuerzo.
Si lo centramos en superar al otro, supondría una enorme estafa a nosotros mismos. Nos comparemos con quien nos comparemos existirá siempre alguien que lo hará mejor en uno u otro aspecto. Por lo que ésto nos generará enfermizos sentimientos de inferioridad y nos garantizará la infelicidad.
Si por el contrario nos convertimos nosotros en el centro de atención, es a nosotros mismos a los que tenemos que superar, mejorando nuestro estado actual en las lides que nos ocupen. Sobre estos esfuerzos disponemos del máximo poder y control, no así de los de los demás.
El hecho de observar esa progresión es lo que nos hace sentir placer. Tenerse a unos mismo como referencia para progresar es la clave de la superación.
La voluntad de crecer condicionada por los logros ajenos es entregar el control de nuestra vida a algo exterior y nos conduce a sentir frustraciones, celos, resentimientos, envidias y odios.
Entre escoger ser protagonistas de nuestra vida y fuente de envidia y rencor, escojo lo primero, y tú?
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