Porque todos somos un poquito Pinocho.
Como dice el refrán, "De casta le viene al galgo", y a nosotros ya desde los primeros inicios.
Se dice que la primera mentira nos vino con Adán y Eva en el paraíso, con la serpiente y la maldita manzana.
De ahí hasta ahora hemos conseguido convertir la mentira en todo un arte. Según el profesor de psicología de la Universidad de Harvard, Robert Trivers dice que los humanos somos unos mentirosos redomados aunque no seamos conscientes de nuestras fabulaciones, ya que la mayoría de ellas no son intencionadas sino que forman parte de un peculiar mecanismo evolutivo que nos ha permitido obtener ventajas sustanciales y múltiples beneficios.
Mentir es un elemento intrínseco de la naturaleza humana, mentimos porque funciona. Pero no solo mentimos de palabra, sino de otras muchas maneras: usamos maquillaje para disfrazar nuestra verdadera apariencia, nos ponemos ropa y adornos para camuflar determinados defectos, decimos frases que no sentimos, sonreímos o reímos de cosas que maldita la gracia......
Mienten los niños desde edades muy tempranas, entre los dos y tres años, la mayoría de las veces alentados por sus padres, por ejemplo cuando se les hace decir que algo que no les gusta les gusta por quedar bien con alguien, siendo eso parte de la adaptación al entorno social. También para evitar una regañina.
Según los estudiosos mentimos para ocultar algo que no queremos que se sepa, por conveniencia, diplomacia, para dar una buena impresión, evitar explicaciones innecesaria.
Pero, y los animales, ¿también mienten?, pues aunque nos parezca mentira, también. Cuanto más sotisficados más engañosos y ladinos son. Existe la estrategia zoológica del camuflaje (los camaleones) o del disimulo (muchos insectos).
En fin, esto es una selva, y nunca mejor dicho.
¿Mentimos más las mujeres, los no religiosos....?, pues según los expertos, ni la tendencia religiosa ni el género ni la preferencia política tenían relación con ser o no honesto. De lo que podemos estar seguro es de que el que miente por norma cree que los demás también van a mentirles.
Lo que si tengo claro es que el mentiroso tiene que tener una memoria de elefante para acordarse de todo lo que va diciendo y no caer en el error de equivocarse.
Me gusta la diferencia que se hace entre mentiroso fabulador, que cuenta mentiras a lo grande, y el mentiroso sinvergüenza, que intenta alcanzar un objetivo para su propio beneficio.
¿Con cual nos identificamos más?
Seguro que se nos viene a la mente un montón de personas conocidas que coinciden literalmente con una y otra descripción.
Empezamos la semana, el cómo tengamos la nariz dependerá de lo que digamos por la boca, así que "cuidadín, cuidadín".